Ana Livni: «Necesitamos crear sin prisa, pero sin pausa»

Sinónimo de sostenibilidad en moda. Cómo se lleva a cabo la marca uruguaya de referencia. La ideología, los métodos.

Caminar por la Ciudad Vieja en Montevideo y toparse con el local de Ana Livni es sin dudas la confirmación de que otra moda es posible. Así, justamente, lo explicita el cartel metálico, que enarbola la entrada: “Moda Lenta”, dice. En ese lugar, además del espacio de venta al público también funciona el taller de la marca para que el cliente puede conocer cómo es el detrás de escena de los productos. Pionera en el tema, armó dupla creativa con Fernando Escuder que además es su marido. Juntos crearon la firma homónima hace 17 años. En diálogo con lamodadice habla del presente de la marca, la línea lanzada para este invierno y cómo ve la región sudamericana.

¿Por qué retoman el manifiesto Futurista de Marinetti? ¿Cómo se lee 100 años después?

Me gustaría remontarme a la última y tercera etapa del posgrado Mercosur Design que realizamos en la bella ciudad de Florencia entre el 2001 y el 2002. Allí juntos a Fernando Escuder, descubrimos una variedad de lugares abocados a la «comida lenta”. Eso hizo que nos tomáramos una pausa y reflexionáramos tanto sobre la moda como sobre la vida. A nuestro retorno, al fundar ANA LIVNI buscamos una nueva forma de expresar los procesos y productos que estábamos creando. Comenzamos a llamarnos: «moda lenta – slowfashion» contagiándos por lo que habíamos vivido en Italia. Necesitamos crear sin prisa, pero sin pausa. Después en el 2008, con los 100 años del movimiento futurista italiano, rediseñamos su manifiesto creando uno nuevo «slow». Utilizamos la misma estructura de manera radicalmente opuesta. Sentimos que estábamos reescribiendo la historia del arte italiano, actualizando sus conceptos de acuerdo a lo que allí se estaba viviendo; trascendiendo las fronteras. Este nuevo Manifiesto Slow nos acompaña hasta el día de hoy; cuando creamos, reflexionamos y construimos desde el arte una nueva mirada de la “moda” perdurable y consciente.

¿Cuál es el aporte que le hacen al mismo?

Sentimos que la vanguardia futurista fue importante para irrumpir en su tiempo, hoy con la práctica y la experiencia de haber transitado como diseñadores por variadas industrias de producción textil y vestimenta masivas; ese legado resulta cuestionado como base creativa, por su gran impacto negativo global en el medio ambiente, no podemos crear con esos principios.  Buscamos crear una nueva manera para seguir produciendo de forma apropiada: «Lo bello es bueno». Buscamos siempre generar un buen impacto en nuestra calidad de vida y en los que producimos para vivir. El mundo es uno y nosotros somos parte consciente de él.

¿Cómo se ensambla esa letra futurista con la idea de la «moda lenta»?

Cada año se producen alrededor de 80.000 millones de prendas de vestir en el mundo, el equivalente a 11 prendas por habitante del planeta. Debemos poder parar para pensar bien antes de seguir creando y produciendo. Nosotros decimos: hay que caminar más y correr menos, experimentar la creatividad adaptada a este nuevo tiempo, la otra opción está agotada, destruye los recursos del planeta y la posibilidad de seguir creando. Decimos «No al consumismo, si al consumo ético y sostenible»

Empezaron en el 2002, ¿el concepto de moda lenta es el mismo del comienzo? ¿qué cambió?

Cambió mucho a lo largo del tiempo con la suma de nuevos creadores. Al comienzo nos sentíamos visionarios, aislados del resto; hoy somos parte de un movimiento con raíces regionales e internacionales, somos muchos más los que pensamos una forma distinta de crear.

¿Cuál es el valor agregado de Ana Livni?

Buscamos trabajar desde la cercanía, involucrando no solo la cultura regional, sino también trabajar lo mejor de los procesos y materiales locales; como ser la lana y los artesanos que por suerte aún hay muchos en Uruguay. Interrumpimos la línea industrial para poder intervenir la monotonía y trabajar con identidad: «Moda para cada uno». Realizamos estampados únicos con las técnicas existentes. Estamos en constante búsqueda de la trazabilidad de cada creación.

Atrás de su tienda está el taller ¿eso permite dar cuenta de la trazabilidad a los clientes? ¿cómo es el ida y vuelta con ellos?

Es muy importante la cercanía, nos permite conocernos más. La  moda es el alma de la gente. Son nuestros clientes quienes le otorgan vida a cada una de nuestras creaciones, queremos saber cómo son, que los conmueve, que les preocupa. No podemos crear por estadísticas o por los reportes de ventas. Nos gusta vivenciar cómo se interpreta lo que hacemos, es una nueva mirada que nos recrea. Por otro lado, también la tecnología y las redes permiten conocer más de lo que hay detrás de lo que se está comprando y su destinatario, el diseño a pedido de cada persona. Todos invertimos en este ida y vuelta para mejorar lo que hacemos.

¿Cómo ven el contexto de la moda local? 

Las profesionalización del diseño está dando sus frutos. La industria textil por precio en Uruguay tal como era 20 años atrás ya no existe, se transformó en un montón de apasionados creadores productivos. Hay nuevas marcas, nuevas formas de seguir, hay más cultura para poder experimentar. Hay muchos creadores, unos son más perseverantes que otros. Igual todavía existen muchos muros donde no deberían estar: llegar a Argentina con nuestro producto nos resulta más difícil que a EEUU, debemos estar más integrados como región si usamos el mismo lenguaje textil; el mismo idioma.

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