Salomé en el Colón: por qué ahora se viste de frac

En un contexto referenciado en el fascismo de los años 30 y rodeada de personajes realmente tenebrosos, como su madre Herodías y su padrastro Herodes, la princesa Salomé también recurre a su atuendo para contar su desgracia. Ese recurso sobresale en la escena comandada por la catalana Bárbara Lluch, bajo la dirección musical de Philippe Auguin, en el estreno de la reconocida ópera de Richard Strauss que hasta el martes 4 de noviembre se puede ver en el Teatro Colón.

Sin dudas, la vestimenta a cargo de la argentina Clara Peluffo, acompaña la transformación drástica de la propia Salomé, interpretada en algunas funciones por Ricarda Merbeth y en otras por Carla Filipcic Holm. Esa mutación que sobre todo se evidencia en el esperado baile de los siete velos, en diálogo además con la escenografía de Daniel Bianco, se vuelve fundamental para contar el libreto de Hedwig Lachmann, basado en la obra teatral de Oscar Wilde.

Peluffo, formada inicialmente en indumentaria por la Universidad de Palermo, continuó perfeccionando su carrera en Milán para luego enfocarse en el diseño de vestuario, específicamente en la ópera. Y con dos décadas residiendo en Barcelona, en su haber cuenta con trabajos para salas en Corea y Letonia, además del Theater Dortmund de Alemania y los teatros de la Zarzuela y Real de Madrid, en España. Entre sus realizaciones se destacan Le nozze di Figaro dirigida por Vincensard; Il barbiere di Siviglia por Leo Castaldi; y Marina también por Lluch.

De visita en Buenos Aires, en conversación con lamodadice, la vestuarista desanda cómo fue la labor para la relectura de este emblemático personaje.

Salomé es una femme fatal y a la vez una mujer empoderada por su deseo. ¿A qué se debe la elección del frac?

Nos alejamos de la idea de la femme fatale y nos acercamos a una Salomé rota, desfigurada por la violencia y los abusos que sufrió de chica, en un ambiente fascista, con una madre decadente, alcohólica, que miraba para otro lado. Eso tratamos de enseñar, en esa danza de los siete velos, donde en lugar de ser un baile erótico, es un flashback al pasado. Ahí se ven los abusos de Herodes sobre ella y de su mamá no queriendo ver eso. La elección del frac del final de la danza tiene que ver con que ella había sido siempre como una mini Herodías, aunque luego se quita el vestido rojo, para ponerse una chaqueta masculina.

¿Qué representa este cambio?

Es el punto de inflexión donde ella se vuelve una nueva Salomé y decide vestirse como un hombre, tanto por haber sido ella misma víctima de abuso, como por una forma de esconder su feminidad y de repeler a los hombres. A su vez, ella se convierte en el verdugo, se vuelve la imagen de Herodes, del mal.

La danza de los siete velos es un momento clave en la obra de Strauss. ¿Qué tuviste en cuenta en ese sentido para vestir a las distintas Salomé que aparecen en escena?

Para la niña y a la adolescente opté por el vestido rojo que era como el de su madre. Con gran admiración hacia ella se pone su ropa y se la arregla para que le quede a su figura. Luego, vemos a la joven Salomé vestida también de rojo, con un vestido de su talla, como un objeto sexual de Herodes. Y después, cuando ella se siente asqueada con él, se muestra la transformación de Salomé.

La paleta de color es muy singular, en bitono, con las referencias mencionadas en rojo ¿por qué la elegiste? 

Para la paleta elegimos hacer este mundo en el blanco y negro como si fuera una película, la idea es que el foco fuera el rojo casi obvio de Herodías. Ella es el artífice de esta Salomé y de la tragedia que se desencadena. Según la historia, mandó a matar al padre de su hija para casarse con Herodes, es además, quien miró al otro lado, casi que lo incentivó y accedió a todo tipo de abusos de parte de él. Siempre, la hemos percibido como una víbora o una manipuladora. Fue un recurso pictórico de gran ayuda, al momento de explicar la danza de los siete velos y de las niñas que parecía que eran sus aliadas y sus cómplices para pasar a ser parte del bando de la violencia. También la decisión fue en conjunto con el escenógrafo para crear un ambiente, fino, elegante y distante.

El texto original de Salomé corresponde a Oscar Wilde, que además de ser reconocido por su literatura, fue un agudo observador de la moda y los usos de su tiempo, ¿tuviste en cuenta alguno de sus pareceres?

No tuve en cuenta referencias de Wilde para la creación de este vestuario. Siempre me gusta trabajar libre de referencias ya existentes sobre la obra que tengo adelante. No intento mirar ni otras producciones ni cómo lo interpretaron otras vestuaristas u otros directores. Me gusta profundizar en lo que me cuenta la directora y haciendo hincapié sobre la psicología de los personajes, algo que a nosotras nos interesa. Ahondar en una parte más creativa y encontrar los recursos dentro mío, más que buscarlos afuera. En la forma plástica y pictórica de las ideas de Bárbara.

De hecho, Wilde también tuvo en cuenta alusiones pictóricas para escribirla. ¿Existieron esas consideraciones o algo por el estilo?

Creamos desde un lienzo blanco, siendo el hilo conductor la historia. Intentamos crear nuestro propio lenguaje y forma de explicar, sin recurrir a ninguna referencia establecida o que la gente reconozca. Lo parimos juntos con todo el equipo.

 

 

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