Historia del “vestido de bananas” que se luce en “La Revista del Cervantes”

  • Entre los cuadro musicales de la obra que puede verse en el Teatro Cervantes, se destaca el número «Las Bananas».
  • El traje fue creado en colaboración con otros por Josephine Baker a mediados de los años 20 y recuperado ahora por la vestuarista María Emilia Tambutti.

Los años locos están de regreso, al menos durante las dos horas en las que transcurre La Revista del Cervantes. La puesta a cargo de Pablo Maritano en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes se encarga de homenajear ese género tantas veces vilipendiado, con el propósito de poner en valor a personajes que –a este y al otro lado del océano– se volvieron insoslayables para la cultura del siglo XX.

Con más de 50 artistas en escena, entre los que se destacan Alejandra Radano y Carlos Casella, en una alegoría a la tragedia y la comedia, se incluyen partituras originales y bailes de antaño, interpretados por la Orquesta del Cervantes y la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, con la dirección coreográfica de Andrea Servera.

Eso, sumado al minucioso trabajo de María Emilia Tambutti, diseñadora de vestuario que creó más de 700 prendas y accesorios para todos los actores y bailarines que aparecen en la obra, desarrollados por los talleres de sastrería y utilería del teatro público.

Tambutti –con una extensa trayectoria que incluye su paso por el Teatro Colón y un premio ACE por Siglo de oro trans– rastreó los hits de la moda y el arte de la belle époque, que inevitablemente se vinculan con el surgimiento de la revista porteña. Hay alusiones más o menos explícitas a íconos europeos como el modisto Paul Poiret y Romain de Tirtoff, más conocido como Erté, el “padre del art déco”. Lo mismo a la francesa Madame Rasimi, principal impulsora del género revisteril, y la inmarcesible Josephine Baker.

Bien vale detenerse en Baker, que aparece referenciada, en coincidencia con el aniversario de los 50 años de su muerte, el 12 de abril de 1975, en el número musical «Las Bananas», cuyo rol central está a cargo de la actriz y bailarina Jessica Abouchain.

Es que fue, justamente, con un cinturón de plátanos que la artista afrodescendiente nacida Missouri, Estados Unidos, despuntó en los escenarios de París, conquistando esa ciudad para siempre.

Y si, en la versión original, el caderín estaba conformado por 16 bananas de utilería que según la propia Baker apuntaban su medialuna hacia el cielo y le permitían subrayar sus movimientos, ahora, reversionado por Tambutti, está compuesto por 22 piezas que junto con las de repuesto, más las que llevan los bailarines y las del tocado de impronta carioca, suman un total de 240, todas forradas con strass dorado.

Ese déjà vu vestimentario reconfirma la vigencia de la bailarina artífice de la llegada del charleston a las tablas del Folies Bergère y el Casino de París, quien no solo adquirió notoriedad en la capital gala, sino que se transformó en un emblema para el mundo entero.

En la Argentina estuvo varias veces; la primera en 1928, teñida por las disputas políticas a favor y en contra del presidente Hipólito Yrigoyen. Retornó en la década de los 50, cuando actuó en Radio Belgrano y se reunió con Juan Domingo Perón. Algunas de esas visitas están relatadas en la biografía post mortem que su último marido, Jo Bouillon, recopiló a partir de las anotaciones y cartas que dejó Baker. Dato para nada menor: Bouillon vivió en Buenos Aires y administró el restaurante Bistro.

Lo cierto es que, a más de un siglo de su debut parisino, y más allá del atavío de los plátanos, el estilo de Baker es estudiado y releído como un hito en la historia de la vestimenta contemporánea. Tanto por su corte de pelo a lo Eton, como por el frecuente uso de plumas y sus atuendos ínfimos de una inusitada audacia para ese tiempo.

No solo se mostró interesada en la configuración de una imagen indeleble, sino que se codeó con los diseñadores de la época, como el mencionado Poiret y Madeleine Vionnet, ambos tributarios de la liberación del corsé femenino. A la vez, ya siendo una artista consagrada, vistió diseños de Christian Dior y calzó los zapatos de André Perugia.

Alcanza con revisitar la más reciente alfombra roja de la Gala del Met, con la top model norteamericana Gigi Hadid enfundada en un vestido dorado de Miu Miu inspirado en la bailarina. Años anteriores lo hicieron Rihanna y Beyoncé, con falda de bananas incluida.

Pero, por sobre todo, Baker trascendió abajo del escenario, ya sea por su papel como activista por los derechos civiles, como el acompañamiento a Martin Luther King en la Marcha sobre Washington en 1963, entre otras manifestaciones, o su previa participación en la Segunda Guerra Mundial, en su doble rol de espía para la Resistencia contra el nazismo y como subteniente de la Fuerza Aérea francesa.

Estas últimas intervenciones no solo le valieron el reconocimiento público, sino que, en 2021, el presidente Emmanuel Macron impulsó el traslado de su cuerpo al Panteón de Francia, por lo que fue la primera mujer negra en entrar al célebre mausoleo en la historia de ese país.

*La Revista del Cervantes puede verse de jueves a domingos, a las 20, en el Teatro Cervantes, Libertad 815.

Esta nota fue publicada en la Revista Ñ

No hay comentarios

Dejar respuesta