Quizás hace tan solo cinco años hubiese sido impensado o al menos poco probable, que asuma un presidente que no está casado, y que su hijo hace cosplay, las veces drag queen. Así las cosas, el mundo y el país cambiaron, afortunadamente, y hoy Alberto Fernández, asumió la presidencia de la Nación, acompañado de su pareja Fabiola Yañez y su único hijo Estanislao Fernández.
Esta mañana en diálogo con Ernesto Tenenbaum y todo el equipo del programa que conduce en Radio Con Vos, cuando al presidente le preguntaron por su propia vestimenta, contó que la elegía el mismo. “Soy muy despreocupado con la ropa. Tengo mi traje azul, zapatos negros, camisa blanca y corbata celeste. Básicamente, es el uniforme de presidente” dijo. Vale aclarar que cuando refiere al “traje” en realidad se trata de un ambo, consta solo de saco y pantalón. Y la expresión “uniforme de presidente”, da cuenta de la extensa trayectoria en el sector público del primer mandatario que se remonta a la década del 80 durante la gestión de Raúl Alfonsín. Con sus palabras el titular del Ejecutivo buscó mostrar la austeridad, que hasta ahora parece ser una señal del gobierno, acorde con el momento que atraviesa el país. Minutos después, llegaría al Congreso para asumir manejando su propio auto ante una multitud en las calles.
Estanislao, quien el día de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) aludió jocosamente a la corbata de su papá en las redes sociales, eligió un saco y pantalón negro, camisa y corbata con dibujo fantasía en rojo de la marca Mickey Camisas que tiene un local histórico en el microcentro porteño. El dato en su vestimenta fue el pañuelo en su bolsillo con los colores de la bandera de la diversidad en consonancia con su activa militancia por los derechos del colectivo LGTBIQ.
Valor argentino
La primera dama optó por la mitad de su cabello recogido, el resto suelto, maquillaje muy natural, casi imperceptible. El vestido en color nude, largo midi, falda irregular (más larga atrás que adelante) y un lazo en la cintura de la firma homónima de Evangelina Bomparola. Los zapatos, en el mismo color fueron diseñados por la franco argentina, Sylvie Geronimi, con 20 años de trayectoria en el país. La zapatera destacó que se trata de un modelo clásico, el stiletto, con taco de 10 cm y que en la hechura intervinieron al menos siete personas distintas.
¿Cómo están realizados? “Empezamos con el cortado, sobre una chapa de zinc con una cuchilla hecha a mano. Después pasa por el aparador, en este puesto de la confección pueden intervenir dos personas, una reúne las piezas para darle la forma de zapato, las encima y las pega con un pegamento muy liviano que permite mover las piezas, y la otra, el maquinista, le toca coser eso que le acaban de preparar”. Una vez que se termina esa fase, pasa al armador quien va a tirar el cuerpo sobre la horma, coloca el contrafuerte, entre forro y corte y está todo rebajado a mano. “Es algo muy especial. Es una técnica antigua, se hace en muy pocos talleres en el mundo y que para mi es lo que hay que hacer para un verdadero zapato hecho a mano”. Luego llega la etapa de la suela, a donde se hace la plataforma, forra y nivela los tacos. Eso no se puede hacer industrialmente. Más tarde toca el deformado que consiste en darle brillo a la suela laqueada o con un brillo natural, eso se hace a “pulso de hombre” con una fresa. “Por último en el empaque se saca el zapato de la horma y se clava el taco, nosotros además tenemos a un control de calidad, de cada zapato antes que llegue a la Boutique” sintetiza Geronimi.
Al elegir su vestimenta y el calzado la primera dama puso en valor lo hecho en Argentina, en medio de una de las crisis más profundas del sector textil desde la vuelta de la democracia.