Curiosa intervención con piezas de diseño en el Fondo Nacional de las Artes

Es parte de la muestra «Memorias del Futuro», de las artistas Celina Saubidet y Marina Molinelli Wells de Cabinet Óseo.

Volver a mirar. Esa es una de las potentes operaciones que suelen llevar a cabo Celina Saubidet y Marina Molinelli Wells de Cabinet Óseo, el dueto de artistas que, hasta el 28 de mayo, están presentando Memorias del Futuro en la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes (FNA).

​Y ese volver a mirar que ahora transcurre entre el pasado y el devenir, se caracteriza por implementar la vista microscópica, recuperar saberes artesanales y trabajar en formato colectivo.

“¿Los seres humanos habitamos este planeta? ¿Tenemos un cuerpo? ¿Ocupamos una casa?”, de esas preguntas espiraladas, tan retóricas como necesarias para los tiempos que corren, surgen los ejes centrales a partir de los cuales se organizan las obras que intervienen la fachada, las dos salas de la planta baja, el comedor y el balcón aterrazado del primer piso de la morada que perteneció a la escritora Victoria Ocampo.

Diseñada por Alejandro Bustillo y con el antecedente de un pedido que Ocampo le había hecho al propio Le Corbusier, el sitio actualmente declarado como Monumento Histórico Nacional, albergó las tertulias intelectuales de la década del 30, donde entre otros sucesos nació la revista Sur.

Lo cierto es que la idea primigenia de intervenir la casa con piezas de diseño se remonta hacia antes de la pandemia cuando la arquitecta Diana Saiegh, presidenta del FNA, convocó a las artistas.

Finalmente, Saubidet y Molinelli Wells, escultora y diseñadora industrial, respectivamente, logran traer a escena cuestiones que atañen a los cambios de paradigma contemporáneos; cómo se diluyen los bordes entre el arte y el diseño, con una apuesta interdisciplinar a tono con la época –que tuvo un gesto anterior en Reinos en el 2019 en el Museo Nacional de Arte Decorativo– y en consonancia, además, con otras exposiciones posteriores que hicieron hincapié en esa hibridación, y en el uso de materiales descartados y luego recuperados.

Pasó en Casa Tomada de Gaspar Libedinsky y por sobre todo en Humana, la reciente instalación que desarrollaron los diseñadores Jessica Trosman y Martín Churba para ocupar el foyer de la Usina del Arte.

Sustentabilidad​
Y es en esa línea, que surge el tópico de la sustentabilidad, ya que las autoras también trabajan con elementos reciclados que no sólo convocan a reflexionar acerca del daño cotidiano que padece el planeta tierra, sino al reverso más poético del consumo a destajo y a la acción concreta de la transmisión de saberes y la inclusión social.

A su vez, aparece el tema de ampliación de derechos. Y se vuelve una constante para la firma homónima que presiden las artistas, quienes, justamente, adquirieron mayor notoriedad durante el debate legislativo por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), cuando diseñaron un dije en forma de corazón verde –con arterias y todo– que en ese momento proliferó como emblema inmediato de la cuarta ola feminista.

El mismo que forma parte de la muestra, aunque en otro tamaño y materialidad, vuelve al ruedo y adquiere rango de hito en la elocuencia del primer espacio revestido íntegramente de negro.

Pieza que además reconfirma el sostenido interés por la anatomía humana, posteriormente expandida a otros seres vivos, e inevitablemente asociada a los progenitores de las creadoras, ambos médicos, cuya historia revisitan desde la denominación de la marca.

Cabinet Óseo por el Cabinet de curiosités: tiene referencia en las habitaciones o muebles usados antiguamente para acopiar y exhibir objetos poco convencionales. Remisión obligada a las joyas de su autoría que supieron emular un fémur, una muela o una nuez, entre otros.

Eso sumado al imperativo de atender a aquello que no es visible a los ojos. Basta con revisitar la pieza con forma de huella digital en formato brazalete (actualmente expuesta en Del cielo a casa en el Malba) o la recurrencia al microscopio en las obras de la exposición anterior.

Elementos que pueden ser pensados en el revés de la oscilación hacia otra escala, algo que define su impronta y se hace evidente en el mencionado corazón hiperbolizado y en la flor de Irupé, la corteza del tronco de un pino y el banano que están en la planta baja.

También en esa operatoria está el émulo del Cochayuyo, alga comestible frecuente en las costas del océano Pacífico, ahora de apariencia metalizada que puebla el balcón del primer piso, confeccionada con más de cuatro mil latas recicladas artesanalmente por mujeres que fueron madres adolescentes, convocadas a través del programa Jakairá de la alianza entre la Fundación Kaleidos y la ONG Children Action.

Lo mismo para Simbiosis conformada por centenares de piezas que imitan los líquenes trepados en las paredes del frente de la casa y el Mural de Huellas Fósiles, dispuesto en el descanso de la escalera, desarrollado por las hijas de las artistas y sus amigos, en otra expresión colaborativa compuesta por objetos con impresiones de la naturaleza (caracoles, semillas, troncos, entre otros).

El corolario está en la primera planta, con el Banquete óseo, la extensa mesa lista para que los comensales hagan uso de los cubiertos quiméricos, en base a los originales producidos por la firma Volf en Argentina en los años 80, renovados por Cabinet para esta exhibición, al fusionar el carácter industrial con la emotividad artesanal que aportan las autoras y darle forma a los mangos con aspecto ramificado o de huesos.

Instalación que en la jornada previa a la inauguración contó con la experiencia performática llevada a cabo por las actrices Paulina Torres y Syl Tavcar, quienes recrearon la relación epistolar entre Victoria Ocampo y Virginia Woolf, protagonistas indiscutidas de la literatura del siglo XX, extrapoladas a las vicisitudes y las urgencias del aquí y ahora, cuyos atuendos dan cuenta de la labor vestimentaria de Nikole Tursi. La artista argentina instalada en Londres, quien pergeñó diseños inspirados en el corpus de la muestra.

Ficha
Memorias del Futuro
Dónde: Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes, Rufino de Elizalde 2831.
Cuándo: de jueves a domingos, de 14 a 19. Hasta el 28 de mayo.
Entrada: gratis.

Texto publicado en Clarín

 

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