Nació en Argentina y desarrolló su carrera en Francia al amparo de modistos como Lagerfeld, Tom Ford y Azzaro. Tiene su propia firma elegida por celebrities y estará en la próxima Paris Fashion Week
Durante la década del 80 Vanessa Seward armaba sus looks con prendas que le sacaba a su mamá y los mezclaba con otras vintage. Ese era su antídoto para ganarle a la timidez. «Me di cuenta de que la ropa tiene un poder increíble» recuerda desde París donde vive desde los 12 años. Hija de un diplomático argentino, se graduó en la escuela de diseño Studio Berçot e inmediatamente comenzó a jugar en las grandes ligas de la moda internacional: primero entró a Chanel, dirigida por Karl Lagerfeld, pasó por la Yves Saint Laurent de Tom Ford hasta que llegó a Loris Azzaro, donde trabajó a la par del reconocido diseñador y logró convertirse en su sucesora, como directora creativa. Además, hizo trabajos para otras firmas, como las cinco colecciones cápsula que diseñó para A.P.C., con los que luego se asoció para fundar hace cuatro años la marca que lleva su nombre. Sus diseños conquistaron a jóvenes de la realeza europea y a profesionales independientes. Con boutiques en Francia e Inglaterra, el 2 de marzo presentará su nueva colección en la semana de la moda parisiense.
-Trabajaste con los más grandes de la moda contemporánea ¿qué te transmitió cada uno?
-En Chanel estuve nueve años, en el estudio de Karl Lagerfeld. Poco a poco me especialicé en accesorios. Asistía en el desarrollo de la colección, de elegir las telas hasta llevar dibujos al taller; fue como estar en un colegio, un aprendizaje constante. Trabajábamos sobre diez colecciones por año. Lagerfeld es genial, siempre tiene una respuesta, es rápido y mira para adelante. En ese momento yo no dibujaba pero podía darme cuenta de si algo no estaba bien, si algo caía mal. Estar junto a Tom Ford en YSL fue interesante porque empecé a trabajar en el año 2000, cuando el marketing recién empezaba a tener incidencia en la moda. Él tenía un ojo muy comercial, sabía bien qué quería y qué debía hacerse; fue muy bueno ver ese lado de la moda. En su estética había algo muy fuerte, algo sensual. Aprendí mucho. Y sí, después, Loris Azzaro fue muy importante para mí porque estaba casi sola con él. Éramos solo nosotros dos en el taller. Aprendí muchísimo sobre corte y también sobre la belleza. Estaba obsesionado por la belleza. No le importaba estar en la moda. Él quería que la mujer resulte lo más bella que podía ser. Le encantaba transformar a una mujer común y corriente en una bomba. A mí me interesa ese poder que podía tener la indumentaria. La ropa te puede hacer más atractiva y darte más confianza.
-¿Por qué creés que Azzaro te eligió?
-Creo que él se dio cuenta de que me encantaba su trabajo. Tenía mucho respeto por él y eso es muy importante para un creador. Me encantaba escucharlo. Siempre me gustó estar con gente mayor y escuchar sobre la vida en general y las experiencias de vida. Por eso me interesan muchísimo las biografías. Él, además, había conocido a todas las estrellas de los 70, las había vestido y recordaba y contaba muchas historias. A veces me decía y repetía lo mismo hasta cinco veces, pero no me importaba y lo escuchaba con admiración.
-¿Qué de todo lo aprendido aplicaste en tu marca?
-Estamos en un período en el que está muy presente la imagen y hay que hacer cosas que salen de lo común. Pero al mismo tiempo, como mujer, sé qué me gusta y qué busco cuando me visto. Quiero que la ropa esté bien cortada, que las telas parezcan lujosas y que se vea o transmita la personalidad de la mujer que usa esa ropa; la ropa debe servir para acentuar la personalidad. Me gusta ver de qué manera o con qué combinaciones o look llevan mi ropa; no me gusta cuando la ropa tapa u opaca a la mujer. Tiene que haber una armonía. Me parece que tengo un sentido del lujo, del glam y buen gusto que suma. Creo que todo esto lo conseguí de lo aprendido en las grandes firmas, y logré que se note hasta en los detalles.
-¿Qué trae aparejado vestir a mujeres tan reconocidas, como Kate Middleton?
-Tengo una clientela superchic. No necesariamente de la moda, pero que tienen trabajos en los que tienen que mostrar confianza: abogadas, periodistas, actrices, escritoras. Son mujeres que tienen personalidad y no quieren parecer demasiado fashion victims. Cuando Kate Middleton compró un vestido por Net-à-Porter dije: Qué suerte que tengo, porque los ingleses están obsesionados con ella, por eso de repente todos los diarios británicos hablaban de mi marca y de quién era yo. El vestido se vendió en tres días. Hace poco también Charlotte Casiraghi compró mi ropa. Vino espontáneamente a la boutique y después se lo puso para una ceremonia oficial. Así, vistiendo famosas, la repercusión de mi trabajo se amplificó, logré un alcance inusitado. Entre otras, también han usado mis diseños Angelina Jolie, Katie Holmes, Céline Sallette y la argentina Sofía Sanchez de Betak.
-Tu propuesta se inspira en los años 30 y 70 ¿qué más se verá en la próxima colección?
-Siempre trato de sumar algo dela Argentina y la próxima colección se inspira en fotos de mi abuelo vestido de gaucho. Un gaucho de los años 30 y 40, con gran dominio del color negro. La voy a mostrar en la Embajada Argentina en Francia, por segunda vez. Estoy muy contenta porque es el lugar ideal. Lo hice la última temporada y más aun en esta colección. Mi padre fue diplomático, me parece que todo adquiere un sentido especial.
-¿Lo gauchezco será el tema?
-Es un guacho más tipo Rudolph Valentino. Sigo trabajando en el sytiling, que no está totalmente definido, pero quizás me gustaría importar accesorios hechos en la Argentina. Cuando uno hace una marca con su nombre tiene que estar todo lo que define su identidad; por eso lo argentino es muy importante para mí.
No viví mucho en mi país, siempre siento cierta atracción, entre admiración y nostalgia.
-¿Cuándo estuviste por última vez?
-Hace dos años, fui a pasar Navidad con mi padre y mi hermana.
-¿Qué te gusta de Buenos Aires?
-Es una ciudad muy linda. Me encanta la zona del centro con sus cafés, como el Saint Moritz. Ir a cantinas como Los Amigos, a lugares típicos. Además me interesa todo el trabajo artesanal que hay. A mi padre le gusta mucho y siempre me lleva a descubrir firmas o propuestas de marcas, como Cardón por ejemplo. Me parece chic mezclar artesanías más bien campestres con hechuras más urbanas. Me encanta el campo. Llevé a mi hija y siempre dice que fueron sus vacaciones preferidas. Los argentinos me parecen supersimpáticos y encantadores. Seguramente tengo una visión muy idealizada…
¿A qué diseñador argentino conocés?
-A Sofía Achaval, que está por lanzar su marca. Trabajó conmigo en Azzaro, como asistente. Tiene mucho estilo, su trabajo es inspirador.
-¿Qué tenemos en común las argentinas y las francesas?
-Creo que preferimos y buscamos una moda más atemporal. A veces veo que las norteamericanas quieren tomar la moda más al pie de la letra. Las argentinas, o más bien las porteñas en particular, y las parisinas lo toman como un estilo de vida. Adaptamos la moda a nuestro estilo.
-¿Cómo te definís?
-Me interesa crear un vestuario ponible, útil, que tenga sensualidad y glamour, a la vez. Díficil pero posible. Durante mucho tiempo me vestía demasiado chic para todos los días y ahora estoy trabajando en un vestuario más fácil, confortable, pero que al mismo tiempo tenga todo el lujo sin ser un disfraz. Eso es lo que quiero ofrecer.
-Tus tiendas están en Londres y París.
-Sí, una está en Notting Hill, desde febrero último; este es un mercado especial porque allí pasé mi infancia y me da la oportunidad de estar en contacto con la mujer británica, siempre presente en mis inspiraciones. Las otras están en rue d’Alger, en boulevard des Filles du Calvaire y en Saint-Germain-des-Prés.
-¿También sos música?
– Para mi primer espectáculo quería una banda sonora personalizada. Y nada mejor que encargarle una canción original a mi marido Bertrand Burgalat. Con él, edité el disco Vanessa Seward Show Music, que contiene las canciones que fueron compuestas por él especialmente para cada uno de mis desfiles. Creativamente él es muy importante,es un hombre brillante, me gusta su mirada sobre mi trabajo.