Tras el alboroto que las militantes del pañuelo verde causaron en la alfombra roja del festival de Cannes en 2019, y el posterior premio obtenido en San Sebastián, esta vez, «Que Sea Ley», el documental dirigido por Juan Solanas, fue presentado en la séptima edición del Fashion Film Festival Milano celebrado online entre el 13 y el 18 de enero.
El dato es que la pelicula se vio por primera vez en la pantalla de un encuentro de cine sobre moda, algo poco frecuente para una obra que significó una herramienta simbólica clave para acompañar la lucha de la Campaña por el Aborto, Legal, Seguro y Gratuito en Argentina. Al menos así lo pensó y lo llevó adelante su director desde mediados del 2018 después de la media sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en la cámara de Diputados de la Nación.
¿El resultado? Un detallado racconto por las razones para que la IVE se convierta en ley, que cuenta, también, con testimonios de legisladoras, militantes y mujeres que se practicaron abortos cladestinos, además de médicos y miembros de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, entre otros protagonistas. Un film que además de un documento de época constituye una propuesta de comunicación política alentadora para otros países de latinoamerica en los que el aborto sigue siendo clandestino.
De esa experiencia, del derrotero que la llevó por cines de todo el mundo y la participación en el festival, habló Solanas con la modadice
¿Cómo fue la convocatoria?
Es una gran pregunta porque la convocatoria me llegó vía mi agente francés, hay mil canales para ver la película y esta me llegó así. Con la repercusión nos dimos cuenta que el del aborto era un tema que estaba muy atacado, no solo que no estaba superadísimo, sino que había una especie de contraataque sobre ese derecho. Italia tiene una taza de objeción de conciencia alucinante…
¿Por lo grande?
Si es un derecho que está desde los 70, pero hoy hay lugares que no es evidente que se pueda practicar una IVE. No es solo por ser el país del Vaticano, también en Francia tienen muchos problemas y en España escuchás a diputados y diputadas de Vox que parecen del medioevo. Es muy raro escuchar eso en Europa, pero es así.
Más allá de eso ¿te sorprendió que esté en una grilla con películas sobre moda?
Si, pero justamente metiéndonos en el contexto de esta época, de llegar a ciertos logros, a la cuarta ola feminista, hace varios años que esa agenda se empezó a acelerar. Hoy en día hay cosas que hace cinco años hubiesen pasado y ahora no pasan, la sociedad no las tolera más. No soy especialista de la moda…
Pero viviste mucho en París y convivías con eso…
Además soy fotógrafo. Para la moda, que también es el mundo de la apariencia, de la cosificación al extremo, me parece que por convicción o por no querer quedarse afuera, es un tren que no puede perder. En este contexto es lógico que pongan una película de mujeres reales, magníficas, que luchan por sus derechos. Y que aunque no lo sabían, cuando nos convocaron, los acaban de obtener.
Hay algo con la vestimenta, lo simbólico del pañuelo y cómo se resignificó, además de lo de la parte por el todo, que de un pedacito de tela verde pasamos a estar todas vestidas de ese color…
Yo tenía como una especie de “verdómetro”, de termómetro de derde. En Buenos Aires más o menos en cualquier cuadra veías un pañuelo verde y en Tucumán menos, no porque no hay muchas mujeres que luchan, pero de repente no es tan evidente ponerse el pañuelo.
¿Ahora que ya salió la Ley habrá una segunda parte del film?
No, la película la hice como un instrumento de lucha, punto final. De hecho cuando empezamos a filmar, fue cuando se voto la media sanción, y tenía muy claro que si en el Senado se votaba la ley me volvía a mi casa. Si alguien quería esas imágenes, serían para un archivo. Pero desgraciadamente no salió la ley y fue un año de laburo sin parar. El único propósito de la película era contribuir a que tengamos una ley. Hago ficción, no hago documentales, esto fue una llamada desde las tripas. Uno, lo que hace, como cualquier creador, es poner su visión singular «al servicio de». Es más, espero que haya muchas películas.
Además de los testimonios, lo interesante fue la puesta en valor de muchas mujeres en Cannes, como Nelly Minyersky, por ejemplo.
Ella fue la segunda persona que llamé cuando me enteré de la selección en Cannes.
Y si pensamos en la expresión “ahora que si nos ven”, ahí las vio todo el mundo
Fue increíble, la super gran noticia es que la película iba a Cannes que era el evento más mediatizado del mundo. A las que podían ir les dijimos que vayan porque el espacio era para ellas. Fueron muchas militantes. Hicimos la red carpet que no estaba previsto porque era solo para las películas oficiales. Me tiré el lance y en Cannes tuvieron la voluntad para darnos eso, a donde están los fotógrafos y la televisión. Fue muy fuerte y muy conmovedor.
Tu papá, Pino Solanas, fue uno de los padres del cine político y un líder en la lucha por el aborto, ¿qué te dijo sobre el film?
Curiosamente no hablamos de la película. Le encantó, estaba feliz, pero entre nosotros nunca hubo ese tipo de discusiones. No lo calificaría ni de bien ni de mal, lo mismo pasaba si él me mostraba una película. Sí tenía un comentario, lo hacía, como con cualquier colega. Pero no había lugar para que el me diga “te felicito”. Era así. Estábamos para ayudarnos.