La fotógrafa argentina instalada en New York recuerda cómo fue retratar a este icono de la moda. Su bagaje cultural inigualable, su sentido del humor, por qué amaba a los argentinos.
Los primeros encuentros que tuve con Karl fueron cuando trabajaba para V Magazine, yo era freelancer y las ocasiones en las que lo veía era cuando estaba retratando en alguno de los shows. Podía ser en un especial de couture, en un vídeo, o una entrevista, pero no mucho más que eso. Tenía muy en claro que no podía y muchos menos quería perderme sus shows.
Un día me convocaron desde Chanel para trabajar en Austria, precisamente en Salzburg, para el show en el que estaban trabajando en ese momento. Era Cruise, en diciembre, hacía frío. Ese viaje fue determinante en mi relación con él. Recuerdo que estaba contento, hacía muchos chistes. Nos contaba de la Empress de Austria y lo que había significado para él la “casa” en donde estábamos. Era la misma adonde habían filmado “The Sound Of Music” (La novicia rebelde).
Al ser argentina él disfrutaba cuando estaba conmigo, era un un gran fan de Jorge Luis Borges y de Carlos Gardel ni hablar. Era muy culto, he visto pocas personas tan cultas. Con él se podía hablar de cualquier cosa y siempre lo hacía con altura, con argumentos, con hechos.
Recuerdo que por esos días teníamos un momento lúdico, adonde a él le divertía relatar el show mientras sucedía. Me sentaba en una silla al lado suyo, ambos frente a la pantalla que transmitía el backstage y él hacía comentarios todo el tiempo, uno atrás del otro. Explicaba que estaba bien y que no, si la modelo tenía que caminar con la mano en el bolsillo o no, si iba muy rápido o muy lento, etc.
Después de ese viaje a Austria empecé a trabajar con Chanel y me contrataron para todos sus shows. Al ser una empresa tan grande y con tanto background teníamos como mínimo cinco shows por año. De los cuales tres eran si o si en Paris, en el mismísimo Grand Palais, y los otros dos o más por el resto del mundo.
Mi trabajo consistía en ocuparme de la cuenta de Instagram. Era muy divertido. Posteaba fotos desde el iPhone, todo instantáneo. Teníamos un grupo de marketing y de creativos. Nos reuníamos unos días antes de cada show para planificar. Definíamos qué post iba a ir para cada hora y qué era lo que necesitábamos abarcar de material. Juntos hicimos New York, Roma, Korea, Austria y todos los de Paris durante tres años. Sabía que cuando me llegaba un request de Chanel iba a ser una aventura. La aventura de Karl.
Con su sentido del humor inigualable y un talento imposible de describir, Karl era muy sarcástico pero no le faltaba ni le sobraba una palabra. Gracias a él, por confiar en mí, a Chanel y a este trabajo, tuve la oportunidad de conocer personas hermosas, vivir experiencias únicas y alcanzar algunas partes del mundo, incluso muy remotas, haciendo lo que me gusta.
Hoy cuando me desperté con esta noticia no supe como reaccionar y no supe cómo abordarlo, pero acá estoy pensando y escribiendo sobre él. Pensando en todo lo que nos dio, y en lo afortunada que me siento por haber podido compartir parte de su vida y parte de la mía con él.
Ph: Sofia Malamute