De la mano de la biopic recientemente estrenada, un recorrido por los modos en que el cantante estadounidense renovó la vestimenta y su influencia en el mundo de la moda actual
Claro que además de ser una de las figuras más celebradas de la música del siglo XX, sin dudas, Elvis Presley fue un ícono de estilo tanto en el momento de su surgimiento como, también ahora, cuarenta y cinco años después de su muerte. Basta con ver que alguien se atreva al jopo, las patillas, el cuello de la chaqueta levantado y atavíos abarrotados de bordados, para que inevitablemente sea asociado al Rey del Rock and Roll. Cuestión -la de la vestimenta- considerada especialmente en Elvis, la película dirigida por Baz Luhrmann que ya fue estrenada en el país.
Con la interpretación de Austin Butler, en el rol protagónico, y Tom Hanks, como el Coronel Tom Parker, su representante, el film la tiene a Catherine Martin (ganadora de dos premios Oscar) a cargo del vestuario enfocado en el ascenso, el apogeo y la caída del artista, acorde a las décadas del 50, 60, y 70, respectivamente. Elección que por, sobre todo, pone en escena cómo fue el nacimiento de Elvis en tanto personaje del star system, delineado, incluso, en coincidencia con momentos claves en la historia de la moda, explicitados más que nada en la combinación explosiva de rebeldía y sensualidad.
Ahí está Elvis, agitando las zonas pudendas para el delirio de sus fans, con sus abotinados bicolor, maquillado y vestido con el excéntrico mixeo del ambo rosa y una camisa de encaje negro (impensada para la época). Alineación cromática que repitió durante toda su vida. Además, fue el rosa, tal cual lo muestra el film, el color que él persiguió con fascinación desde muy niño cuando le prometió a su madre que le regalaría un Cadillac en ese tono. Algo que no solo pasó sino que se transformó en un tópico inequívoco de su estilo.
Y ese outfit paradigmático, como otros tantos que llevó a lo largo de su carrera, tiene su origen en Lansky Bros, la tienda fundada por Bernard Lansky, que Elvis solía visitar en la calle Beale en el centro de Memphis. Situación recreada en esta biopic cinematográfica que da cuenta, además, del sitio adonde concurrían todos los artistas del momento para armar sus looks, y que insiste en la pertenencia que el cantante buscó tener en ese barrio afrodescendiente no sólo por su interés por el rhythm and blues sino también por la vestimenta. Fue allí, donde comenzó a pergeñar los atuendos tan singulares que ostentó arriba y abajo del escenario, como el conjunto de saco a cuadros y pantalón negro que vistió en 1956 en “The Ed Sullivan Show”.
Lo cierto es que el vestuario total de la película se conformó con algunos trajes vintage, comprados o alquilados, y los desarrollados por el departamento de diseño. Labor extraordinaria que comprendió más de noventa cambios para el personaje de Butler y la misma intensidad para vestir a los extras, a quienes la propia Martin reconoce como fundamentales para crear una atmósfera de época, por caso los que aparecen en la calle Beale o en alguno de los conciertos.
Y no solo el guardarropa de Elvis es el que aportó data fashionista al film, lo mismo sucede con el rol de Priscilla Presley (Olivia DeJonge), esposa del cantante y madre de su hija Lisa Marie. Cuyos rasgos sixties representan un viaje en el tiempo, llevado a cabo por los diseños del zapatero español, asentado en Reino Unido, Manolo Blahnik y las emblemáticas marcas italianas Prada y Miu Miu, siendo este último un punto para destacar, porque la decisión de elegir creadores contemporáneos puede leerse como la intención de expresar la vigencia de las tendencias de moda que persisten en el aquí y ahora. A su vez, ese propósito, le da continuidad al trabajo que el tándem Luhrmann- Martin viene realizando con Miuccia Prada desde hace años, como en las anteriores Romeo + Julieta y el El gran Gatsby. El dato es que además para la película ambas firmas se valieron de su propio archivo, para diseñar nuevas prendas basadas en el espíritu revolucionario y el deseo de libertad.
Modelos emblemáticos
“Jóvenes hechizados, adultos escandalizados”, sentenció Gary Hoenig, el autor del artículo publicado en el New York Times, a pocos días de la muerte de Elvis en 1977. Expresión que alude no sólo al modo de actuar y cantar sino también a la fascinación y, al mismo tiempo, la indignación, que generó por su modo de vestir. Cuestión que aparece en distintos momentos del film; cuando, por ejemplo, su entorno le sugiere que cambie de imagen y comience a usar traje frac o símil, transformación que finalmente no realizó por los fervorosos reclamos de los fanáticos que le piden a gritos que vuelva a ser el de antes. Y ese “old Elvis” al que buscan retornar es el que luego se animó a usar prendas poco frecuentes para ese tiempo: jumpsuit – “mono” en español- tipología propia de los años de la era disco, y una de las piezas que sin discusión se volvió leitmotiv de sus outifs.
¿Cuál fue su legado? “Que no le importaba lo que pensara la gente; él probó cosas nuevas y no tuvo miedo de correr riesgos”, dice en diálogo con La Nación, Julie Lansky, nieta del fundador de la tienda que lo vistió durante tres décadas
Así, con distintos modelos se lo ve a Elvis al inicio y sobre el final de la película, rasgo que, a esta altura, no puede faltar en cualquier interpretación que se haga de él. Confeccionados, en esa ocasión, nada menos que por Kim y Butch Polston de B&K Enterprises, la empresa con sede en Indiana, que fue la misma que históricamente vistió al Rey. Ahora lo vuelve a hacer con piezas en celeste y blanco plagadas de fantasía, que cuentan, además, con la mano experta en los bordados de Jean Doucette.
También se caracterizó por la chaqueta biker de cuero negro que hoy sigue estando de moda, muy típica de los looks indelebles de su coetáneo James Dean, a propósito de quien el astro menciona su admiración a lo largo de la película. Lo mismo la camisa hawaiana, tan en boga en el presente, y que si bien no aparece enarbolada en esta ficción, fue otro sello indiscutido, inmortalizado en, justamente, “Blue Hawaii”, donde aparece con una roja y blanca con collar de flores incluido.
Tampoco hay que perder de vista la nota suntuaria que definió el estilo del cantante solista que más discos vendió en la historia de la música, algo visible desde sus comienzos, explicitado sobre todo en anillos (como el que lleva la sigla “TCB”, en alusión al nombre de su banda “Take Care of Business”) y colgantes, creados en su mayoría por Lowell Hays, quien fue su joyero personal. Además, vale destacar su legendaria hebilla de cinturón, que, aunque no tuviera piedras preciosas, fue otro de los detalles más contundentes de su vestimenta, actualmente versionada en una edición especial por Lansky Bros que ofrece una decorada con extractos de vidrio.
¿Cuál fue su legado? “Que no le importaba lo que pensara la gente; él probó cosas nuevas y no tuvo miedo de correr riesgos”, dice en diálogo con La Nación, Julie Lansky, nieta del fundador de la tienda que lo vistió durante tres décadas. “Empujó los límites desde el inicio de su carrera, eso lo hizo exitoso, y es lo que hace que hoy siga siendo emulado por las masas”, señala. Y sí estuviera vivo ¿qué usaría? En ese sentido, Julie destaca que él amaba tanto la ropa que, si tuviera que elegir entre comprar prendas de vestir o comida, seguramente elegiría lo primero. “Llevamos más de 75 años en la industria, hemos visto tendencias ir y venir, pero lo realmente interesante es que la moda es cíclica: lo que va, vuelve”, explica. “Elvis usaría estilos en los que influyó hace décadas, pero dándoles un toque moderno”, concluye.
Nota publicada en El Berlinés