Si el futuro llegó hace rato, Pierre Cardin –quien falleció esta mañana– lo supo apenas comenzó a diseñar. Italiano de nacimiento y criado en Francia desde los dos años, tuvo un rol fundamental en la moda del siglo XX. Primero trabajó con Jeanne Paquin, luego con Elsa Schiaparelli, para finalmente formar parte del atelier de Christian Dior. Eso fue nada más y nada menos que en 1947 en coincidencia con el surgimiento del “new look”.
Tres años después, Cardin abrió su propio maison en París, para más tarde trascender con el “bubble dress”, la moda espacial -incluso antes que el hombre pise la luna- y el desarrollo de prendas “listas para usar”.
Si bien esos fueron los hitos que lo confirman en la letra grande de la historia de la vestimenta moderna, vale destacar que, sobre todo, será recordado por ganarle al tiempo no solo en la audacia plasmada en sus diseños, de aspecto geométrico, sino también por la compresión anticipada que tuvo de las dimensiones comercial y geográfica del escenario fashion contemporáneo. Alcanza con mencionar que, fascinado con Oriente, llegó a Japón para enseñar en la década del 50 y a China en los años 70, algo poco, por no decir nada usual, para los creadores de la época.
«P» de popular
Cardin fue pionero en entender el rumbo de la indumentaria en la segunda mitad del siglo XX. Cuando todo parecía girar en torno a la alta costura no solo se atrevió a diseñar prendas prêt-à-porter, tanto para hombre como para mujer, sino que también asimiló de qué se trataba democratizar la moda. Así es que, la ultra replicada “P” -que incluye a la “C”- del logo de Cardin, y que obviamente alude a su nombre de pila y su apellido, apareció plasmada en objetos de los más diversos.
De lo aspiracional transmutó a lo masivo: su firma se hizo extensiva y de la ropa derivó en perfumes, muebles, lapiceras, toallas, sábanas y relojes, entre otros. Levantó un imperio, para abastecer a consumidores de países de todo el mundo y llegó a tener decenas de licencias en distintos rubros. También se acercó a los grandes públicos a través del diseño de vestuario para teatro y cine, y en la figura de los artistas y espectáculos que promovió en el legendario “Espace Cardin” situado en Champs-Élysées. Ecléctico, por donde se lo mire, por ahí pasaron Marlene Dietrich y Alice Cooper, entre otros. “Permanecerá en nuestra memoria como un artista de vanguardia, un mecenas y un hombre de cultura a quien París le debe tanto” expresó, en ese sentido, Anne Hidalgo, alcaldesa de la capital francesa.
Celebrado
A buena hora, el mismo Cardin pudo inaugurar el museo que lleva su nombre en 2014, y además fue homenajeado reiteradas veces en vida sobre todo durante la última década. Hubo muestras retrospectivas, entre ellas la presentada el año pasado en el Museo Brooklyn de Nueva York. “Pierre Cardin: Future Fashion” fue el nombre de la exhibición que contó con piezas del archivo del diseñador como parte de la colección “Cosmocorps” y ropa de los 80 realizada en base a la técnica del origami japonés. También, fue honrado -in situ- en el desfile de primavera-verano que Jean Paul Gaultier presentó en el 2018 con diseños en binomio blanco y negro y en colores shocking, de pura cepa Cardin, en inspiración geométrica y orientalista. El dato es que esa misma colección fue vista en pasarela, en Argentina, en el Centro Cultural Kirchner, a instancias de la exposición “Amor es Amor”.
Otro homenaje local, y sostenido en el tiempo, es el de Camila Milessi y Emiliano Blanco, diseñadores de la marca Kostüme. Declarados seguidores de Cardin, también hicieron lo suyo en las colecciones incluidas en el periodo del 2007 al 2010. “Fue alguien que estuvo fuera de su tiempo, y que vió más allá de lo que lo rodeaba -reflexiona Milessi- estuvo en su propio trip y usó su lógica propia, con sus reglas, usos y costumbres, de algo que no había pasado y pasó 30 años después”. Como corolario, el último de los grandes homenajes, fue, sin dudas, la presentación de la película “House of Cardin” en la reciente edición de la New York Fashion Week.
Dirigido por Todd Hughes y David Ebersole, el film es un verdadero hallazgo, porque además de tener al diseñador de primera mano recordando parte de su vida, sentado en el restaurante Maxim’s -cadena de la que era propietario- cuenta con las voces de Naomi Campbell y Sharon Stone, ambas vestidas con piezas emblemáticas del creador, y de discípulos y confesos admiradores como Gaultier y el diseñador Philippe Starck.
El posteo que apareció, ayer, en las redes oficiales de la firma, no podría haber sido más elocuente y en la letra del propio Cardin haciendo lo que mejor supo hacer, anticipar el futuro: “Siempre tuve la intención de ser diferente, porque esa es la única forma de durar”.
Nota publicada en Diario La Nación.