Lo suyo «es muy poético y, en estos momentos, el mundo necesita poesía». Esa definición que le dio la representante de la reconocida tienda Solis, de Lyon, Francia, le quedó grabada para siempre y, además, resultó fundacional para que María Delicia Abdala Zolezzi, más conocida como Maydi, supiera que -entre manos- tenía un emprendimiento que no sólo la traería de vuelta, desde Francia a la Argentina, sino que lo haría con el propósito de indagar en técnicas ancestrales.
Después de especializarse en el London College of Fashion e instalarse durante doce años en París, la diseñadora, que trabajó en distintas áreas de la industria de la moda -en marcas como Band of Outsiders, Isabel Marant y Sonia Rykiel-, volvió a Buenos Aires para crear su firma homónima. Principalmente desarrolla prendas tejidas (suéteres, mantos y vestidos) a mano, a dos agujas, en crochet o en telar y también accesorios como cadenas, cuellos y guantes.
«Me parecen fascinantes las materias primas. Es maravilloso empezar a entender sobre fibras animales y vegetales», dice Maydi, quien salió a la búsqueda de lana merino patagónico, de rueca, de camélidos del norte y paja de seda.
Hecho a mano
Mientras que la industria de la moda globalizada insiste con el imperativo del fast fashion, su marca persiste en la filosofía slow. «Se trata de utilizar la artesanía desde un punto de vista cien por ciento contemporáneo» aclara, en medio de un contexto realmente adverso en el que existen cada vez menos artesanos que conocen técnicas ancestrales.
Esa preocupación hizo que Maydi, desde París, trabajara en conjunto con la Fédération Française de la Couture en la selección de diseñadores jóvenes. Allá vuelven a mirar lo propio, el valor de lo artesanal y lo hecho con tiempo y dedicación. ¿Y por acá? ¿Qué se puede hacer? «Para mí es un problema sociopolítico; se trata de volver a las raíces, a la educación y a los valores». Su sueño es tener una organización no gubernamental para enseñar estos oficios.
La firma hace foco en el trabajo manual, participa desde hace tres años en la Paris Fashion Week y ya logró conmover al mercado europeo, en ciudades de Francia, y Milán, también en Aukland, Australia y, en julio, ya estará en locales de Oriente. «Los japoneses que hacen cultura del textil y unen lo último con lo tradicional, que ellos compren mi marca indica que voy por buen camino» concluye, mientras muestra etiquetas en prendas que ella misma bordó