Martín Boerr y Agustín Yarde Buller: «Vienen a vestirse con nuestras ideas»

Para ser universal hay que ser local. La emblemática frase de Joan Miró que les llegó por boca de una clienta, les resultó tan ideal, que la dupla Boerr Yarde Buller, la firma de Martín Boerr y Agustín Yarde Buller, la tomó como propia y la cita al momento de contar cómo es que plasman sus ideas, seleccionan los materiales (fibras naturales) y producen en el trabajo conjunto con cooperativas.

Estos diseñadores de 27 años, graduados en la Universidad de Palermo, vivieron en Nueva York y viajaron por otras ciudades hasta que en 2013 decidieron salir de la zona de confort y quedarse en Buenos Aires para fundar la marca y comercializarla en su tienda Tupã. Tras participar en tres ediciones consecutivas de la semana de la moda en París, este año preparan colaboraciones para las reconocidas firmas Colette y Bergdorf & Goodman, además de una colección que promete ruido con foco en el hacktivismo.

-Pensando en la función social del diseño ¿qué aporta Boerr Yarde Buller en ese sentido?

Martín Boerr: -Me gusta pensar que es ropa militante, por las materias primas y la forma de comercio justo con que trabajamos con nuestros talleres. Estamos constantemente buscando y en contacto con todo lo que pasa a nivel hilados, tejido e industria en general, y eso se traslada a una prenda; aunque tal vez la persona que se la lleva no sabe la historia que tiene detrás o sí, pero más allá de eso, ya genera una reactivación y una puesta en valor.

-Hablan de una identidad argentina, ¿cómo la pueden definir en un país tan heterogéneo? ¿Cómo se traduce en una tipología?

Agustín Yarde Buller: -El ethos nuestro es trasladar paisajes emocionales en piezas que narran historias. Y en esos paisajes está todo; el eclecticismo de Buenos Aires, el pensamiento federal, los paisajes propios de la naturaleza, los culturales y sociales. Si nos ponemos a mirar el abanico de diseñadores, se puede ver la riqueza y la libertad de poder crear, que quizás en otras ciudades del mundo no se ve tan a flor de piel.

M. B.: -No sé si hay una característica que defina la identidad argentina sino un espíritu. Es la forma de relacionarse con los demás. Me pasa que voy a otros países y veo que hay hábitos argentinos que allá son rarísimos. La idea del mate que va girando en una ronda o la forma en que las personas se visten y se comunican es distinta, especial, propia.

-En la poética de Boerr Yarde Buller, ¿qué les resulta inspirador cuando piensan una colección?

A. Y. B.: -Por lo general nos inspira no sólo la obra sino la manera de pensar. En la última colección nos inspiró Georgia O’Keeffe, en su casa en Nuevo México, con sus looks espectaculares con camisa y saco de hombre, pero, de repente, podemos saltar a un Julian Assange o un (Edward) Snowden y que nos inspire quizás no el personaje en sí, sino lo revolucionario. A veces no son artistas o diseñadores, sino maneras de ver el mundo con las cuales nos sentimos identificados.

M. B.: -La próxima, como primicia, se va a llamar Anonymous, por el grupo de hackers activistas. Ellos tienen un manifiesto y de ahí sale el nombre de las prendas y también va a haber otros mensajes más políticos como los que ya tuvimos esta temporada.

-¿Cómo pueden definir a los clientes de BYB? ¿Qué buscan?

A. Y. B.: –Las clientas son mujeres con personalidad fuerte, que se valen por sí mismas. Nos pasa muy pocas veces que vengan con la tarjeta (de crédito) del marido. Son abogadas, senadoras, arquitectas, periodistas, escritoras. Ellas vienen acá a vestirse con nuestras ideas. Ese es el rango de gente más grande y después tenemos un rango de chicas más jóvenes, las famosas millennials, que tienen entre 16 y 17 años, que nos encuentran por Instagram y se enamoran del espíritu rebelde que tiene la marca.

-¿Y los hombres?

A. Y. B.: -En un principio nos pasó que cuando se cerraron las importaciones y no se podía comprar online, aparecieron chicos que compraban (Yohji) Yamamoto. Ese fue como el primer nicho de clientes hombres y después se empezaron a animar los que usaban el chupín o la camisa entallada y de repente nos encontramos con un chico que juega al rugby en su club de zona norte y viene con sus amigos y les encanta.

-Crecieron con la marca, ¿en qué los transformó hacerla?

A. Y. B.: -Nos dio una visión global y muchas satisfacciones a nivel humano, por sobre todo, de poder conocer gente buena, nuevas maneras de trabajar, aprender de los demás.

M. B.: -A mí me hizo más humano. Al principio estaba más interesado en la búsqueda de la belleza y eso fue mutando y se fue transformando en una actividad política; empecé a plantearme cómo producir mejor, de manera inteligente y cómo contaminar menos.

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