Y si, Nicolas Ghesquière hizo rewind otra vez; ahora se fue allá lejos y hace tiempo tomando los yeites del dandismo, movimiento clave, para la moda masculina del siglo XIX y XX. Lo trajo hacia acá, a esta época, en el cierre de Paris Fashion Week nada más y nada menos que en uno de los salones del Louvre.
La pantalla con la cara gigantesca de Sophie, la cantante y productora escocesa, abrió la pasarela revestida integramente en madera gestionada, según la marca, de modo sostenible que después será donada a la organización ArtStock. Y lo hizo a puro llanto, o mejor dicho; cantando la lacrimógena “Its okey to cry”. Así es que la legendaria firma francesa propuso un mix entre el dandismo y el boho: trajes, de tres piezas, claro, de saco, chaleco y pantalón; solapas exageradas; pantalones de tiro alto; príncipe de gales, tartan, rayas, abotinados, mocasines y enormes prendedores que podrían ser vintage pero no.
También hubo guiño setentero con estampado jacquard deluxe; pins con flores; vestidos cortos con dibujos psicodélicos y otros tipo boho, aunque con puños y lazos que los devolvieron al dandismo.
Además Louis Vuitton mostró carteras ovaladas con el monograma clásico y una referencia a los 80 con un clutch en forma de cassette que además de una propuesta lúdica, también pudo haber sacado una lágrima a más de una cuarentón.
Así terminó una nueva edición de la semana de la moda francesa, con un Ghesquière, ataviado en denim, con poco y nada que ver con George Brummell el emblema de los dandies.