Francisco Gómez: El correntino que replicó el uniforme de San Martín

El sastre oriundo de Corrientes capital fue convocado por el área de cultura de la provincia para realizar la pieza que forma parte del nuevo edificio del Museo Histórico de Yapeyú, inaugurado hoy por el gobernador Gustavo Valdés. Para recordar al Padre de la Patria, también a través de la vestimenta, Francisco Goméz, dueño de la marca Franciscano Sastre, acudió al relato oral, conformado por testimonios de historiadores y uniformólogos. «Si bien no existe una descripción exacta, por medio de pinturas autorizadas por San Martín se pueden observar detalles muy precisos de su composición», explica el artesano. «Al realizar las investigaciones antropológicas necesarias, se pudo constatar cuáles eran sus medidas aproximadas que luego fueron cotejadas con tipos de cuerpos españoles de esa época», añade.

El uniforme replicado está compuesto por una parte de arriba (el frac militar) realizada a partir de un prototipo en tela similar a la real. Eso le da la posibilidad a Gómez, de hacer varios ensayos hasta obtener la pieza definitiva y poder lograr una prenda de apariencia estática el mayor tiempo posible. Además, está forrada en el pecho y la espalda con un género matelaseado hecho en lana de oveja y seda para dar con una especie de chaleco antibalas conforme a las armas de la época. El pantalón tiene el corte típico de principios del siglo XIX, con una botonera arriba con la misma función que la de una bragueta actual. 

La banda, en los colores de la bandera argentina, tiene dragones (borlas) hechos en hilo de oro, material exquisito, que requiere un trabajo milimétrico para cortarlo. Las botas son originales, restauradas; pertenecieron al uniforme de un granadero de 1950 y están confeccionadas en cuero de becerro acharolado, tal cual lo usaban los generales. 

El sombrero original, denominado Falucho, está en el Museo Histórico Nacional, en Parque Lezama. Está hecho en paja, forrado con cuero de cabra y pintado en alquitrán para impermeabilizarlo. En la réplica también se respetaron las partes constructivas y estéticas de ese modelo. Posee cinco líneas de hilo de oro que representan el número de batallas en las que participó San Martín. «Era un sombrero como el de Napoléon -detalla Gómez- pero en lugar de usarlo con la vista al frente, lo usó con la vista hacia la derecha, que me imagino que tenía coherencia, para evitar que el viento se lo llevé en el cruce de (la Cordillera de) los Andes».

Para la realización general del traje, también sumó artesanos de otros oficios: zapatero, orfebre, sombrerera, bordadores, ebanista, entre otros tantos. ¿Qué puede decir de los trajes militares y su influencia en la indumentaria contemporánea?  «Siempre fueron y serán parte de la moda en todo su recorrido, algunas veces más, otras menos -analiza Gómez- y aunque no se vean piezas netamente militares, se pueden observar detalles que hacen referencia a esta tipología marcada por una situación de uso». Alude a los bordados de insignias, charreteras, botones de metal, entre elementos más vistos, aunque también sugiere detenerse en la morfología de prendas de sastrería, los colores o incluso el diseño de acceso y cerramiento de prendas. 

La historia de Gómez en la moda se inició cuando tenía 20 años y comenzó a trabajar en una empresa textil de su ciudad natal. Ahí nació su interés por adquirir conocimientos sartoriales hasta que empezó a mostrar sus primeras piezas. Más tarde llegó el aprendizaje con el sastre italiano, Natalio Argento, con el que adquirió saberes ancestrales, además del «código entre sastres» y la «ética del oficio».  Ya lleva ocho años dedicado a la observación del cuerpo y, en ese sentido, a la búsqueda de la estética más apropiada. Su trabajo se encuadra en la tradición bespoke: desarrolla piezas de sastrería masculina exclusivas, hechas 100% a mano. 

Foto: Gentileza Franciscano Sastre – Tom Abramzon (autor)

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