El corte de pelo, la raya al medio, los ojos, enormes, penetrantes y los brazos extendidos, hacia los costados de esa silueta que con tanto garbo supo deslizar sobre la pasarela, fueron sus rasgos, indelebles, los que conformaron una marca registrada en la escena de la moda del S XX. La reconocida modelo argentina murió el martes por la noche, en Buenos Aires.
Sus primeros trabajos los hizo para el diseñador local Jaques Dorian, y después de ganar un concurso de moda se fue a París. Allá, desde fines de los 50, Kouka, a secas, como la llamaban todos, fue la inspiración de Yves Saint Laurent en su llegada como diseñador a la firma Dior. Con él desfiló, en diferentes sitios, incluso en Moscú, en medio del estado soviético. Hizo lo propio, además, con Hubert de Givenchy y con Marc Boham también en Dior. Protagonizó numerosas publicidades y tapas de publicaciones: Vogue, Elle, y Harpers Bazzar, entre otras.
Formó parte de la maison de Thierry Mugler, y en la década del 70 convocó a Gino Bogani para un desfile a beneficio en el Hotel Plaza de Buenos Aires. Ella misma fue la única modelo y entre cada una de las ocho pasadas hubo performances artísticas protagonizadas por Antonio Gasalla y Horacio Molina, entre otros artistas. “Tuvo un estilo que no tuvo nadie y su look funcionó perfecto para Dior, fue una diva internacional, la llamaban de todos lados” comenta Bogani de esa época de esplendor para la moda en todo el mundo.
Entrados los 2000 se cruzó con Pablo Ramírez en una entrega de premios y, como a Kouka le interesaron sus diseños, al tiempo lo fue a visitar a su atelier en San Telmo. A fines de esa década Ramírez le rindió tributo en la Mercedes Benz Fashion Week de Berlín. “Tomé la silueta de fines de los cincuenta y las modelos estuvieron lookeadas con la raya al medio, la camelia al frente, y a la que cerró le pedí que lo hiciera con los brazos como lo hacía ella, eso me parecía increíble ”. Ese desfile tuvo nada más y nada menos que la aprobación de Suzy Menkes, la reconocida crítica de moda británica
Capturada por grandes fotógrafos como Richard Avedon y Claude Azoulay, quien además fue el padre de dos de sus hijas. Kouka fue una de las pocas a las que el rótulo de ícono no le quedó grande sino que, al contrario, la definió por completo. Tampoco fue una súper modelo, fue más que eso; alcanzó el estatuto de mannequin vedette, siendo la máxima aspiración para el modelaje de esa época. “Eran musas inspiradoras, no había estilistas de moda, eso surgió después con el prêt-à–porter y con los diseñadores en serie. Kouka perteneció a la aristocracia de la moda, fue un gran orgullo” comenta Josefina Laurent, productora de moda.
«Tenía una piel espectacular nunca estaba muy maquillada, aunque si con su delineado y un rubor suave” recuerda Oscar Mulet, encargado del make up para la presentación de Mugler en Argentina, entre otras ocasiones. “Era muy placentero estar con ella, íbamos a comer o a tomar café. Me contaba cosas maravillosas, vivió más que la época de oro de la moda”, recuerda el maquillador.
Hace unos días Mulet quedó en tomar con el té con ella, lamentablemente ese encuentro nunca llegó. Kouka partió, se fue de este mundo, pero, se sabe, que su imagen analógica, en blanco y negro, con la camelia en la frente, quedará para siempre.
Ph: Facebook Kouka Denis