Lamyne M. era un niño y ya sabía distinguir entre un textil y otro. Lo hacía al tacto, cada vez que pasaba su mano por las telas que se vendían en el negocio de sus padres en Camerún. A los 13 años aprendió a coser y a hacer sus propios moldes. Sin tener estudios universitarios se formó a través de la experiencia que adquirió en los viajes que hizo por el mundo. Fue parte de la Federación Internacional de Moda Africana y una vez instalado en París, en 2010 creó su propia marca Wonu An que quiere decir «Sé tú mismo» en idioma fula. Se caracteriza por hacer ropa durable y lleva adelante un atelier de customización. «Al principio, como a todos los jóvenes, a mí me interesaba la moda. Pero con el tiempo fui cambiando mi visión y hoy lo que quiero hacer es lo opuesto a eso», dice.
Con 40 años, asocia arte y moda como dos piezas inseparables. Sostiene que la moda sin responsabilidad funciona como una herramienta discriminatoria en las capitales fashion como Londres o Milán: «¿Quién decide que una mujer es linda o no? ¿Quién se puede atribuir el derecho de decidir quién va a desfilar y quién no? ¿Cómo puede ser que eso sea una barrera?», cuestiona.
Lamyne M. transporta el trabajo colaborativo que desarrolla junto con artesanos y hacedores de oficios, y con instituciones y organizaciones sociales de cada lugar al que va.
Llegó a la Argentina para visitar Buenos Aires, San Juan y Rosario. Vino a presentar la exhibición Les grandes robes royales (Los grandes vestidos reales) en la sede central de la Alianza Francesa.
Se trata de piezas agigantadas, de tres metros de alto, que realizó tomando como inspiración una de las principales necrópolis de Francia: la basílica de Saint Denis.
Para confeccionar los vestidos observó a las estatuas yacentes talladas en las tumbas de las reinas y consideró, a su vez, los detalles de bordados, texturas, entre más particularidades de los modos de vestir usados por los habitantes actuales de la ciudad de Saint Denis.
Así es que uno de los trajes expuestos está basado en la reina Juana de Francia y también en las tradiciones de los oriundos de India y Medio Oriente. De la primera tuvo en cuenta la contextura, el talle y, de los otros, los colores como el rojo de Magreb, por ejemplo, además de los ornamentos.
«Quise mostrar que la basílica es un lugar de encuentro entre los reyes muertos y la población viva», comenta. El propósito es que se establezca un diálogo entre la riqueza histórica y el presente diverso y que los lugareños se apropien de ese sitio. No es un dato para nada menor que en esa zona conviven más de 130 nacionalidades y según el artista es una de las más ignoradas de Francia.
A través de sus vestidos propone una nueva sintaxis, aun cuando resignifica piezas ya existentes.
Para hacerlo se basa en dos figuras retóricas: la hipérbole -en el afán de exagerar dándole una altura irreal a las piezas- y la ironía, proponiendo un sentido contrario al convencional de la moda, de la que tiene que ver con las tendencias y el hiperconsumo.
Además, los trajes que realiza no son para usar y tampoco para ser vendidos en una galería de arte. «Puse mi savoir faire en cuanto artista, activista y sastre al servicio de un proyecto cultural y de una economía solidaria» explica.
Con sus creaciones itineró por diferentes países, entre otros: Austria y Kazajistán. En este último confeccionó un vestido tematizando la problemática del mar de Aral que redujo su tamaño a menos del 10%. Desarrolló una pieza con botellones de agua de plástico incrustados en la falda aludiendo al desvío indiscriminado que se hizo para riegos y a la contaminación que impulsó esa catástrofe.
¿Cómo hace para trabajar con culturas que pueden parecer tan distantes entre sí? «Parto del principio de confiar en el otro. El arte, como la música, es un lenguaje universal, es un arma de educación masiva que permite hacer un trabajo muy profundo. En todos los países hay talentos escondidos que se pueden descubrir», concluye.
Itinerario por Argentina
Buenos Aires: Los grandes vestidos reales se podrán ver hasta el 12 de octubre en la Alianza Francesa de Buenos Aires, Avda. Córdoba 946, primer piso, con entrada libre y gratuita
San Juan: hasta ayer estuvo confeccionando dos nuevas piezas, una quedará en la provincia y otra tendrá como destino el Institut du Monde Árabe de París y, entre el 22 de noviembre y el 20 de diciembre, la muestra se podrá ver en la estación San Martín.
Rosario: entre el 18 de octubre y el 15 de noviembre la exposición se muda al Museo Estévez de Rosario, con actividades especiales, entre el 1° y el 5 de octubre.