Francisco, el hábito que sí hizo al Papa

No quedan dudas, la austeridad fue uno de los rasgos que el Papa Francisco también exhibió en su vestimenta. Incluso, sin pruritos, repetidas veces, se corrió de las pautas protocolares más vetustas. 

Fallecido esta mañana a los 88 años, en el Vaticano, el jefe de la iglesia católica, supo dar la nota con su atuendo alejado de la ostentación, desde el primer día en su rol papal en 2013. 

Sorprendió al mundo cuando eligió usar los mismos zapatos de cuero negro, acordonados, de diseño ortopédico, que le hacia su zapatero de siempre, el argentino Carlos Samaria.

Al optar por ese calzado, Francisco descartó el uso, más habitual, o mejor dicho  tradicional, de los zapatos rojos que hasta ese momento solía llevar el Sumo Pontifice. 

Por caso, el par que usó Juan Pablo II, fue elemento de  exhibición en la muestra Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination que se hizo en 2018 en el Museo Metropolitano de Nueva York. 

Al mismo tiempo, a Benedicto XVI, el Papa anterior a Francisco, se le adjudicó llevar un modelo diseñado por la firma Prada, aunque ese rumor fue oportunamente desmentido por la iglesia. 

Lo cierto es que, desde el vamos, y ante el espanto de los sectores más conservadores, con ese gesto elocuente, el de los zapatos sencillos, Francisco, irrumpió en los lujos litúrgicos y comenzó una continuidad que caracterizó su trayectoria antes y durante el tiempo que estuvo en el Vaticano. 

Tal es así que, en una entrevista con el diario El Mundo, el sastre italiano, especializado en atuendos religiosos, Filippo Sorcinelli, reconoció que, a diferencia de Ratzinger, Francisco era menos tradicional y con una sensibilidad vinculada a la simplicidad en el lenguaje que se tradujo en la liturgia y la vestimenta. 

No sería descabellado relacionar la práctica de la austeridad con el expresidente uruguayo José «Pepe» Mujica. 

Respecto de esto último, Francisco volvió a llamar la atención cuando hace semanas nada más, se presentó públicamente con un poncho sobre su pecho, sin calzarlo, más bien como si fuera un rebozo.

En esa oportunidad, mientras se recuperaba de su salud, dejó en claro que era más importante la funcionalidad de una prenda para estar abrigado, que cumplir a rajatabla los preceptos vestimentarios de la organización eclesiástica.

Ya se lo había visto con una de estas artesanias cuando recibió el denominado poncho coscoíno, emblema del Festival de Cosquin, cuna folclórica argentina, lo mismo cuando le otorgaron uno de «60 listas», típico de Paraguay, obsequio de Santiago Peña, el primer mandatario de esa tierra, o cuando recibió uno bordado por organizaciones sociales sanjuaninas. 

Es que, a lo largo de su mandato, el Papa argentino recibió cientos de prendas y objetos textiles, lo mismo calzado. Alcanza con recordar cuando un sacerdote norteamericano le regaló unas Nike amarillas, inetervenidas por la empresa True Blue Customs, por supuesto que con motivos alusivos al Padre Santo. 

Ni hablar de la cantidad de camisetas que le llevaron de la selección nacional y otros elementos azulgrana en consonancia con su reconocida adhesión a San Lorenzo de Almagro, el club de fútbol de sus amores. 

Algo más; en los últimos años hubo un hecho vestimentario que si bien no fue gestionado por él mismo, e inmediatamente se supo que era falso, tardó poco tiempo en volverse viral en todo el planeta. 

Sucedió en 2023, cuando mediante la herramienta de inteligencia artificial Midjourney, un usuario de redes sociales tuvo la idea de ataviar al Papa con un camperón blanco de estilo puffer.

Esa imagen no solo le valió la asociación fashionista a firmas de alta moda, sino que más que eso: se volvió creíble al menos por un rato. Y ese fue el principal hallazgo del invento. 

Acaso, ¿no sería posible que Bergoglio llevara un atuendo común, a tono con las tendencias, como el de cualquier mortal a este o al otro lado del océano? En definitiva, hasta ahora, ¿no fue él, el más terrenal de todos los representantes de Dios en esta tierra?

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