En el taquillazo de Greta Gerwig, la muñeca que inculcó el canon de belleza occidental hoy abraza las demandas de las mujeres.
Por más impensado que pueda parecer, lo cierto es que está sucediendo: Barbie acompaña el movimiento de la cuarta ola feminista. Esto pasa en la película homónima, recién estrenada en los cines de todo el mundo. La famosa muñequita, con su estilo artificioso, se sube a las demandas de las mujeres de esta era y si no se vuelve del todo convincente al menos se anima a intervenir en esa agenda.
Este devenir tampoco resulta tan descabellado, si se tiene en cuenta que Greta Gerwig, la directora del film protagonizado por Margot Robbie en el rol de la plástica blonda, ya hizo lo propio con Lady Bird, la comedia dramática estrenada en 2017 y, dos años después, con Mujercitas, la última versión cinematográfica de la reconocida novela del siglo XIX. Y en esta línea, con relación a la primera película, el rol de Barbie puede incluso ser asociado a la heroína Christine “Lady Bird” McPherson (Saoirse Ronan) y a su abnegada madre Marion McPherson (Laurie Metcalf), lo mismo pasa respecto a Jo March (también interpretada por Ronan), la más intrépida de las hermanas creadas por Louisa May Alcott.
¿Por qué no considerar entonces esos films y los roles de las mujeres protagonistas pergeñadas por Gerwig? De ser así, en los dos trabajos que le valieron nominaciones al Oscar es donde cada una de las chicas pone en discusión el statu quo de aquello que las rodea, y lo más importante es que hacen todo lo posible para transformar el presente que les toca y, por ende, el futuro.
Aunque volviendo específicamente a Barbie –la película en torno a la cual ya se pusieron en venta nuevas muñecas y su merchandising– vale decir que por un lado no deja de ser una lavada de cara para que la empresa Mattel aparezca aggiornada al imperativo de este tiempo. Pero, por otro, sobresale en la versión estereotipada (algo así como la más Barbie de todas) encarnada por Robbie, quien si bien al inicio de la trama cumple con todos los requisitos que le dan el halo de perfección para desempeñarse en la parafernalia de Barbiland, es ahí mismo donde luego sobrevienen los planteos existenciales dejando bien en claro que en esa tierra rosada las que mandan son las mujeres.
Los hombres, o mejor dicho Ken (Ryan Gosling) y el recuperado Allan Sherwood (Michael Cera) –un muñeco discontinuado en la década del 60 que Gerwig vuelve a traer a escena– no tienen otra opción que estar supeditados al matriarcado.
Tal es la transformación que propone el film, por más oportunista que parezca, que incluso el color rosa usualmente asociado a la superficialidad de la rubia curvilínea creada por Ruth Handler en 1959, actualmente puede ser pensado en sintonía con el uso de este tono para manifestar los reclamos feministas (como pasó con el Pussyhat Project visto en los últimos años en las marchas de las mujeres en Estados Unidos) y no tanto como aquel que en una idea más que obsoleta estaba únicamente asignado a las niñas.
Nota publicada en Revista Ñ