Empezó siendo un día, en un lugar, con algunas personas. Hoy, el movimiento Fashion Revolution ya dura una semana, se desarrolla en todo el mundo y suma miles de seguidores en cada edición, desde hace tres años.
«Tenemos que hacer una revolución» le dijo la británica Carry Somers a la diseñadora italiana Orsola de Castro, todavía impactada con el derrumbe de la fábrica textil Rana Plaza, en Bangladesh, donde el 24 de abril de 2013 murieron 1134 trabajadores. A partir de esa fecha fatídica, comenzaron a trabajar juntas para fundar el movimiento. El Fashion Revolution Day se realizó por primera vez en 2014 y tuvo sede principal en el Reino Unido.
La consigna «Who made your clothes?» (¿Quién hizo tu ropa?), acompañada por fotografías de hombres y mujeres vestidos con sus prendas del lado del revés -con el propósito de mostrar la etiqueta e interpelar a las marcas-, despertó este fenómeno que hoy suma a 94 países y este año levanta la apuesta: se hace extensivo a toda la semana, del 24 al 30 de abril, con la denominación Fashion Revolution Week.
El objetivo de esta organización está en transparentar cómo es la cadena de suministro de la ropa, algo fundamental en una industria en la que trabajan 75 millones de personas en todo el mundo, y en la que, a veces -aunque parezca absurdo- las propias empresas no saben realmente dónde se fabricó la indumentaria que comercializan. Esto hace que, ya desde el vamos, sea muy difícil que el consumidor sepa quién hizo su ropa y que se pierda de vista ese derecho fundamental al momento de decidir a dónde comprar una prenda.
Lo cierto es que esta idea de revolucionar -subvertir- prácticas instaladas en el statu quo de la moda global (explotación laboral, trabajo esclavo, entre otras) no es algo para nada sencillo si se tiene en cuenta que se trata de una contracorriente en medio de un entramado signado por el síndrome del fast fashion, de marcas que quieren pagar menos por la manufactura y de nuevos modos de compra, como el see now, buy now, que promueven que todo pase cada vez más rápido.
Movida aggiornada
Ahora bien, ¿cuál es el cambio real del Fashion Revolution luego de estos años? «No cambió mucho en lo técnico, cambió la actitud» dice De Castro -directora creativa del FR- desde Londres, y agrega «esta industria afecta al ciento por ciento de la población, puede ser que no todos estén interesados en la moda, pero todos deben vestirse y es importante que el diálogo esté abierto».
En este sentido, Fashion Revolution propone una transformación en el modo de producir y consumir moda, y no se reduce sólo al mes de abril, sino que trabaja durante todo el año en escuelas y con influencers, y actores políticos y cuenta además con el apoyo de celebridades del ámbito de la moda y del espectáculo como la diseñadora Stella McCartney y la modelo y actriz Lily Cole que se fotografiaron con una prenda al revés.
Si bien la propuesta logró viralizarse y transmitir la preocupación principal por las condiciones laborales, los números siguen siendo alarmantes: se estima que 150.000 millones de prendas salieron de las fábricas durante el último año, y esto da cuenta de un incremento importante respecto de los 80.000 millones del 2012.
La contaminación también
Las cifras toman aún más relevancia en un escenario en el que la industria de la moda es considerada como una de las más contaminantes del mundo y que hace que sea inevitable poner el foco en la cuestión del entorno y de los recursos naturales: ¿Cuándo se va profundizar en cómo está hecha tu ropa? «Nosotros empezamos con una lucha social, que ahora se está expandiendo a lo ambiental» explica De Castro y agrega «yo no creo que cambiemos la pregunta, pero estamos ampliando el discurso y empezando a hablar de aquello que la moda deja como desperdicio, como contaminación».
Algunos números de la revolución
70.000 personas se fotografiaron con la leyenda «¿Quién hizo mi ropa?»
3500 productores pudieron expresar «Yo hice tu ropa»
156.000.000 de veces se escribió el hashtag #Quienhizoturopa