El creador español no solo fue reconocido en el campo de la moda y los perfumes; también vistió a grandes divas del cine.
Avezado observador de su tiempo, Paco Rabanne no solo asimiló aquello que pasaba a su alrededor, sino que además hizo tándem con sus contemporáneos por dentro y por fuera del campo de la moda. El diseñador –recientemente fallecido, a los 88 años– logró que su vestimenta se incorporara a los universos creativos de referentes de las artes visuales, sobre todo en la década del 60. Jane Fonda, Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Brigitte Bardot y Françoise Hardy, entre otras divas, llevaron sus creaciones a la pantalla de cine.
Nacido como Francisco Rabaneda Cuervo en el País Vasco –y exiliado en Francia, tras el asesinato de su padre durante el franquismo– primero estudió arquitectura en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, para después animarse al diseño de accesorios que ofreció a las legendarias Balenciaga y Givenchy, hasta que definitivamente eligió plasmar sus ideas en la indumentaria. Paco siempre reconoció la influencia que recibió de, entre otros, el maestro Julio le Parc.
Lo cierto es que Rabanne alcanzó reconocimiento en el mundo entero cuando se adelantó al avance científico y cultural que representó la llegada del hombre a la Luna y –junto con Pierre Cardin y André Courrèges– devino en factótum del estilo espacial. Aunque, fue sin dudas la elección que hizo de la materia, más allá de la forma, la que estipuló el verdadero leitmotiv de su mensaje vestimentario.
Fue a partir de ese contenido que encontró un modo de decir y de estar en sintonía con los imperativos industriales de la época; al desentenderse de las habituales hechuras que comprendían tela, hilo y aguja, el plástico y el aluminio fueron los protagonistas de su primera colección manifiesto en 1966, no en vano llamada “Doce vestidos imposibles de llevar fabricados en materiales contemporáneos”.
Esa línea que comprendió piezas de más de treinta kilos fue la que inauguró un modo de hacer que le valió el apodo de “metalúrgico de la moda” otorgado por la mismísima Cocó Chanel, y que tuvo destino de parodia en la película ¿Quién eres tú, Polly Maggoo? Hecho cinematográfico que de alguna manera inauguró el sostenido vínculo de Rabanne con el séptimo arte, visibilizado, luego, en los atuendos que diseñó para Audrey Hepburn en el film Dos en la carretera, y los que pergeñó para celebridades como Elizabeth Taylor, Brigitte Bardot y Françoise Hardy, aunque la popularidad se la dio la ropa que empoderó a Jane Fonda en el rol de astronauta en la película Barbarella.
A mediados de la década del 90, el propio Rabanne reconoció la influencia que en él tuvieron las exploraciones de Julio Le Parc, tal cual está testimoniado en el sitio web del renombrado artista argentino. Ese recuerdo del diseñador reconfirma que, en los inicios de su carrera, capturó referencias de las características obras cinéticas, cuyos elementos de aspecto metálico, suspendidos en el aire, fueron reinterpretados y unidos en las prendas con las que debutó en la pasarela de la alta costura.
Antes había trabajado con el fotógrafo suizo Jean Clemmer, con quien realizó el proyecto de registros eróticos Canned Candies, que años después quedó plasmado en el venerado libro Nues y fue presentado en el emblemático cabaret “Crazy Horse” en París. A su vez, él fue el encargado de la vestimenta y los accesorios para las experiencias fotográficas que Clemmer llevó a cabo nada menos que con Salvador Dalí, por caso esa tríada desarrolló la serie “Metamorphosis” en 1974. Así, en reiteradas obras, las modelos Amanda Lear, Elsa Peretti y Donyale Luna se convirtieron en musas ataviadas con auténticos Rabanne.
Nota publicada en Revista Ñ