«Nos vamos hoy, es ahora, después será muy tarde”, le suplica Julia a Omar, su novio, mientras ambos corretean entre las góndolas y acopian productos básicos en el supermercado donde él trabaja. Ellos, junto a un grupo de amigos, se están organizando para huir. No se sabe hacia dónde, ni exactamente por qué. La única certeza es la amenaza de un mundo al borde del colapso. Así comienza la antología audiovisual The Collapse, que desde el 8 de febrero se podrá ver por el canal de cable AMC.
«Nos vamos hoy, es ahora, después será muy tarde”, le suplica Julia a Omar, su novio, mientras ambos corretean entre las góndolas y acopian productos básicos en el supermercado donde él trabaja. Ellos, junto a un grupo de amigos, se están organizando para huir. No se sabe hacia dónde, ni exactamente por qué. La única certeza es la amenaza de un mundo al borde del colapso. Así comienza la antología audiovisual The Collapse, que desde el 8 de febrero se podrá ver por el canal de cable AMC.
Colapsólogos
«Comprender mejor los riesgos de los colapsos sociales y ecológicos», ese es el propósito del portal collapsologie.fr. Un sitio web, también de origen galo, fundado por Pablo Servigne y Raphaël Stevens, autores del concepto “colapsología” incluido en su libro Cómo todo puede colapsar: Pequeño manual de colapsología para las actuales generaciones (2015) y fervientes impulsores de esta teoría al menos durante la última década. Ellos postulan que el colapso no es el fin, tampoco el apocalipsis, sino que se trata de un proceso irreversible, a gran escala, a partir del cual una mayoría de la población ya no podrá cubrir las necesidades básicas (agua, alimentación, alojamiento, vestimenta, energía, etc.). En este contexto y ante la ausencia de argumentos sólidos, en un debate acerca del colapso, proponen la «‘colapsología’ (del latín ‘collapsus’, ‘que cae en un solo bloque’)». Así, además de plantear, la necesidad de un estado del arte sobre la situación económica y biofísica del planeta, también reconocen que es hora de una visión de conjunto de lo que podría ser un colapso: cómo podría desencadenarse y cuáles podrían ser las implicaciones psicológicas, sociológicas y políticas para las generaciones no solamente a futuro sino también en el presente. «Es necesaria una auténtica ciencia aplicada e interdisciplinar sobre el colapso» sintetizan en el texto.
Otro de los espacios que, actualmente, hace foco en este concepto, como su nombre lo indica, es Kolapse; el encuentro virtual sobre la urgencia climática y social que comenzó en noviembre del 2020 y se extenderá hasta mediados de febrero de este año. Creado por Kabinett –la plataforma digital que lleva adelante Eduardo Costantini (h)– a instancias de la visita de Patti Smith a Buenos Aires a fines del 2019, ya logró vincular a 50 artistas y emprendedores de 25 países, además de convocar a instituciones culturales, ambientales y sociales. «Imaginé lo mismo que estoy imaginando ahora, que el mundo está colapsando y que cada uno debe hacer lo que pueda para evitarlo», señala Costantini a propósito de la idea del evento. ¿Qué tiene de esperanzador este espacio? «Como primera medida informar, que siempre es bueno porque ayuda a generar mayor conciencia del momento que estamos atravesando, y en segundo lugar, tomar acciones concretas –considera el productor de cine y cofundador de MUBI– lo último que debemos perder es la esperanza, en esa línea, creemos poder convencer a más personas a tomar acciones para producir un cambio”, añade.
Kolapse cuenta además con la participación de intelectuales e investigadores, entre ellos el propio Servigne, quien formó para de una entrevista pública con Costantini y Bruno Rodriguez, activista por el medio ambiente y miembro de Jóvenes por el Clima en la Argentina. «No estamos preparados para los colapsos, no es nuestra cultura», dijo el ingeniero agrónomo y doctor en Biología francés en la charla disponible en línea, y luego agregó: «No tenemos la sabiduría de pensar la muerte, el fin de la vida y la civilización, tenemos mucho miedo, por eso consumimos, lo hacemos para llenar este vacío, ese es el motor del capitalismo» Y más allá de aquello que se evidencia en la superficie, insistió en que el peligro no está en la falta de recursos, como puede ser el caso del petróleo, sino en entrar en la escasez con la ideología de la competición: «La escasez no es un problema para el ser humano porque sabe vivirla desde hace miles de años, el problema es que cree que ante la escasez habrá guerra y eso provoca peligro, caos social y político, por eso hay que luchar contra la cultura del egoísmo», aseveró Servigne en el encuentro.
Pandemiología
¿Cómo se piensa el colapso en el contexto de la pandemia? Tanto el trabajo de Servigne y Stevens, con cinco años de antigüedad, como así también The Collapse, que fue estrenada hace dos en Europa –desde la divulgación, los primeros y en el plano de la ficción en el caso del segundo–, ambos hicieron vanguardia en desentrañar de qué se trata un colapso.
Incluso, de uno u otro modo, se anticiparon al surgimiento del coronavirus y a los nuevos interrogantes que trajo en cuanto a los modos de vivir y consumir. Es que, la crisis socioeconómica, consecuencia de la propagación de la enfermedad y por ende de la cuarentena, llevó a los ciudadanos, en todos los puntos del planeta, a pensar en la muerte y el desabastecimiento, y a que además podían estar viviendo el preludio de un colapso. Y esto último se tradujo en desesperación y en el peor de los casos en la idea del sálvese quién pueda.
Basta con rememorar las imágenes en comercios y supermercados, a un lado y otro del globo, para ver a centenares de personas abarrotarse de papel higiénico, jabón y alcohol, entre otros productos destinados a limpieza, y también comestibles. Ese retrato colectivo que un año después, sin minimizarlo, puede resultar tragicómico, tiene un reverso profundo que refiere no solo a la preocupación de los ciudadanos en cuanto a qué va a pasar y cómo se podrá sobrevivir, sino también al temor y la competencia dentro de una comunidad.
Algo similar ya se vislumbra en torno a las disputas por la adquisición de la vacuna contra el coronavirus, ya que el hincapié no parece estar en lo prioritaria que es la prevención, como tampoco en lo solidario, que todos puedan hacerlo, sino en qué países tienen las dosis, cuáles ya comenzaron a vacunar, cuáles no, con qué laboratorio lo hacen, a qué sujetos, de qué edades, de qué condición social, entre otras consideraciones.
«La crisis no acabó, va a tener consecuencias económicas y políticas graves y probablemente va a reforzar la elección de jefes de estado autoritarios», sentenció Servigne para reconocer que «esa es una de las etapas del colapso de una civilización, cuando hay caos, la gente pide una figura paterna que vaya a poner orden y los autoritarismos, los fascismos, vienen, dicen que tienen soluciones y eso empeora la situación terminando en guerras, epidemias y hambre».
Así y todo, aún en esta coyuntura, rescató algo positivo, ya que si se tiene en cuenta que la pandemia fue un evento sistémico, lo oportuno para protegerse de ese tipo de riesgos no es otra cosa que la inversión en lo local. En ese sentido es que retomó la experiencia de aquellos que, por ejemplo, viven en el campo y tienen buenas relaciones con los vecinos y con la política del pueblo, y que serán sin duda, quienes tendrán más resiliencia para sobrevivir y atravesar las crisis. Y eso no es todo, sino que el teórico sobre el colapso también apostó a la madurez de la juventud contemporánea, la que interpreta que es cuestión de vida o muerte, que es ahora o nunca.